Storytelling: ¿Cómo construir un personaje?

Hay muuucha teoría por ahí sobre cómo construir un personaje.

Y algunas, muy buenas. En serio.

Pero hoy vamos a pasar a la práctica y vemos qué pasa.

Te propongo un juego: yo te voy dando pistas y tú vas anotando los nombres de los candidatos. A ver con cuántas pistas lo adivinas.

Además de intentar adivinar el personaje te voy a pedir un poco más de tu capacidad de atención: que te fijes en cómo presento al personaje, qué hago, cómo te voy dando información, etc.

Y en cuanto a lo de adivinarlo, mira, si no lo adivinas, tampoco pasa nada.

Es por jugar. Empezamos.

Descubre la historia del hombre-reloj

Si piensas que te hablaré de un sujeto con unas manecillas en la cara, no es exacto… pero, ¿Puede que su alma tuviera forma de reloj?

Y ya que nos ponemos, ¿qué forma tiene el alma?

Venga fíjate bien, porque voy a empezar a dibujarte el personaje.

Construir un personaje: el hombre reloj

Pasaba cada día a las tres en punto, con paso regular, en su camino hacia la universidad.
Y cuando digo las tres en punto, era con exactitud meridiana; tanta, que el propietario de la tienda de ultramarinos, herr Stauffman, aprovechaba su paso para poner el reloj en hora.

Y no era el único.

Tenía una vida ordenada, presidida por un montón de hábitos precisos, más que hábitos, eran rituales: su asistente tenía la orden de llamarlo cada día, sin excepción, a las cinco menos cuarto de la mañana. Siempre, ni un puñetero domingo se consintió dormir hasta las diez, ¡nada!

Su baño tenía que estar a la temperatura exacta. Siempre igual, idéntica. Y su desayuno tenía que consistir en lo mismo cada día, y además, debía estar colocado de la misma forma, sin tolerar ninguna variación.

Parece que no era muy amante de las sorpresas…

Su pipa tenía que estar preparada de una determinada manera, ya que, según decía, le ayudaba en la evacuación.

No admitía visitas pasadas las nueve de la noche; y a las 10 en punto, cada día se metía en la cama.

¿Tú serías capaz de llevar una vida cómo la suya? ¡Yo, no!

Su vida estaba compuesta por una serie de rutinas que debían repetirse de forma exacta, precisa y minuciosa, día tras día.

Al entrar en la cama, tenía una técnica de envolvimiento de sábanas y mantas, al estilo crisálida, que le evitaba cualquier resquicio contra el frío nocturno.

Este invierno voy a practicar con mi nórdico a ver si consigo crisalizarme.

No soportaba que conocidos o desconocidos interrumpiesen su forma de vida o le robasen tiempo. Una vez, un burgués rico le ofreció llevarlo a su casa en su calesa y, debido a la larga conversación, llegó más tarde que si hubiera ido a pie.

Al llegar a su casa, nuestro hombre escribió en su diario una nueva máxima que sería cumplida a rajatabla: nunca más aceptaré un paseo del que yo no tenga el control absoluto.

¿Ves cómo vamos perfilando al personaje? ¿Ya lo tienes?

Ya sabemos que es hombre, que va a pie a la Universidad y que es puntual, ritualista y meticuloso.

Seguimos con el retrato… Ahora entrarán en escena otros elementos

Pero en casa y en soledad tampoco estaba tranquilo. Los vecinos y sus ruidos interrumpían sus meditaciones.

Primero, fue el gallo de su vecino. Después de quejarse al vecino, le ofreció la compra del gallo, pero el vecino se negó, argumentando que el gallo era de la familia.

Filosofía Kant, gallo

Te prometo que no sé si me produce más risa su idea de querer comprar el gallo al vecino para terminar con el maldito kikirikí o la respuesta del susodicho.

Por este motivo se cambió de casa, con tan mala fortuna que fue a parar a una villa cercana a la prisión estatal.

¡Uff! ¡Patinazo!!!

Un hombre tan calculador y se le olvida hacer una prospección de sus nuevos vecinos…

A las seis de la mañana, el alcaide formaba a los reclusos en el patio y les hacia cantar canciones patrióticas, lo cual resultaba fatal para el trabajo de nuestro sabio.

Intentó hablar con el alcaide para que cambiara por lo menos el tono y el volumen de los cánticos, pero fue en vano.

Nunca salió de su ciudad. Su vida se halló marcada siempre por el orden, la puntualidad, la racionalidad y la contención de las pasiones: nunca se casó ni se le conocieron amantes.

Un día estaba en la Universidad dictando una conferencia sobre Londres y al terminar, un ciudadano londinense que estaba entre el público se acercó a felicitarle por su exhaustivo conocimiento de la capital del Reino Unido. Le preguntó cuánto tiempo había vivido allí para llegar a conocer Londres con tanta precisión.

Su respuesta le dejó pasmado: no había salido jamás de su ciudad natal, Königsberg.

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¿Quién es él? ¿Lo has adivinado?

Da igual, porque aunque no lo hayas adivinado, te has hecho un retrato bastante afinado, ¿verdad?

Pues es uno de los filósofos más importantes de la Ilustración y de la Historia de la Filosofía.

Aquí te presento a nuestro héroe, nuestro hombre meticuloso, puntual y asocial: Inmanuel Kant.

Gracias a esta puntualidad del pensar, Kant escribió una obra que cambió toda la filosofía occidental.

Fue el filósofo de la Ilustración, el que incorporo a la metafísica y a la filosofía las nuevas bases cognitivas de la ciencia moderna; y de esta forma, la idea de Dios y de la inmortalidad del alma ya no pudieron ser probadas racionalmente; se convirtieron sólo en hipótesis posibles.

Acabas de ver de forma práctica como construir un personaje.

De Kant se pueden aprender además, 5 hábitos para escribir mejor.

Si quieres conocer estos 5 hábitos que he aprendido de Kant, mira este artículo.

¿Y tú? ¿Tienes alguna manía secreta? Cuéntamela.